Hay distintas maneras de reaccionar frente a la ira:
* Hay personas que toman formas pasivas como el silencio, irritación, resentimiento, amargura y odio.
*Hay personas que expresan su ira en forma activa con golpes, pellizcos, portazos o en tirar objetos a los demás o gritar a voz en cuello.
*Se ha comprobado en investigaciones que las personas que matan, violan o asaltan a mano armada, no hacen estas cosas como reacciones del momento sinó como consecuencia de fomentar un enojo o resentimiento, dando lugar a la amargura por alguna injusticia cometida en su vida y se transtornan emocionalmente cometiendo estas acciones.
Por eso cuando se le premite a la ira que tome una dirección equivocada, los resultados son malos o perjudiciales.
Los disparadores del enojo.
Podemos enojarnos cuando nos sentimos:Atacados o lastimados, física y/o emocionalmente,
ignorados, rechazados o excluidos,
engañados, acusados injustamente o avergonzados,
frustrados ante una pérdida o ante la imposibilidad de lograr lo que deseamos,
inferiores o devaluados.
Es indispensable aprender a manejar el enojo, ya que los resultados de manejar inadecuadamente el coraje son:
A nivel físico, sufrimos un desgaste importante
Cuando nos enojamos, nuestro organismo produce una mayor cantidad de sustancias químicas, entre ellas la adrenalina, que alteran el funcionamiento normal de nuestro cuerpo.
Esta alteración afecta nuestro sistema inmunológico, puede provocar contracturas y dolores musculares o de cabeza y nos hace más vulnerables a algunas enfermedades, como gastritis, colitis, dermatitis, etc.
*Nuestras relaciones se alteran o pueden terminarse.
Cuando estamos enojados, podemos lastimar física o emocionalmente, a los demás, dando como resultado resentimiento, deseos de venganza o alejamiento.
Cuando no podemos manejar adecuadamente el coraje, podemos desquitarnos con otras personas, aumentando así, nuestros problemas.
A nivel emocional
Cuando sentimos que otras personas nos hacen enojar (o nos ponen tristes, tensos, etc.), les estamos dando todo el control de la situación, aumentando así nuestra sensación de incapacidad y de coraje.
Nuestra respuesta puede provocarnos sentimientos de vergüenza o culpa, prolongando nuestro malestar.
“Aferrarse a la ira es como tomar un carbón ardiente con la intención de arrojárselo a alguien; es uno quién se quema”.